“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

Lecturas: Arquetipos

La literatura nos permite crear escenarios lejanos, casi irreconocibles, para abordar aquellos sentimientos que, tal vez por cercanos o indescifrables —como nuestro lugar en el mundo—, no llegan a formar parte de nuestras conversaciones cotidianas. Un buen ejemplo es Arquetipos (2011), de Fabiola Soria, que, enmarcado por la autora dentro de la ciencia ficción, propone un recorrido por distintos tópicos y estados de ánimo, mediante doce cuentos donde lo maravilloso y lo científico parecen ser sinónimos. El primer relato, “El traidor”, permite espiar en el corazón de una batalla para reflexionar sobre cuán parecidos somos con nuestros enemigos, aun cuando se trate de soldados alienígenas. “Desde el techo” es un viaje alucinado a través de la mirada de un fantasma, a quien su pasado y su presente se tornan espectrales. “Un cuento para Stephen” abreva en el tráfico entre realidad y fantasía, y sobre lo duro que se vuelve todo cuando despertamos de algún sueño. “Eva” habla del poder de la maternidad, de la firme decisión de una mujer de seguir adelante con un embarazo en el que no participa su marido, sino que se debe a la presencia de otra tierra. La sorpresa frente lo extraño y ante el otro es una clave del libro, que también se manifiesta en “Los empíricos”, “El turista”, “Mnorinto”, “El legado” y “Biopsia”, desde enfoques muy diferentes. “La Tentativa N”, el último texto, es un informe sobre una guerra que quizá haya sido declarada, aunque no podemos vislumbrar, porque es parte de nuestra forma de vivir, o, quizá, de autodestruirnos. Uno de los cuentos más poéticos es “Tripulante”, donde se pone en escena la escritura de una historia de ciencia ficción, en un correlato con las decisiones, la visión y las emociones del narrador. De este modo, vemos cómo se funden y confunden personaje, relator y autor, como ocurre a lo largo de todo el volumen de Arquetipos, para dicha de los lectores. (José María Marcos, La Palabra de Ezeiza, 07-02-17)