“El fondo del corazón es árido. El hombre siembra sólo aquello que puede… y lo cuida”. Stephen King, Cementerio de animales

A tientas se inventa cada día

Durante el 2012 leí varios libros de poesías: Nilsen, de Jorge Chiesa (Ediciones Suárez, 2009); Virgencita de los muertos, de Nicolás Correa (Libros de Talita Dorada, 2012); Partidas (de naipes y otros amuletos), de Gloria Arcuschin (Ediciones del Dock, 2008); Agua y delirio, de Edith Meier (Meier, 2012); Mi primer ratón, de Fernando Kofman (La Carta de Oliver, 2012); Paz, sinfonía humana, de Juan Montenero (De los Cuatro Vientos, 2010); Existencia, de María Gladys Curatte (El Vikingo, 2012); y Distancia que nadie ocupará, de Gonzalo Unamuno (Ediciones del Dock, 2011). De ellos anoté algunos pasajes.

El Cristo descansa sobre su cabeza.
Si hace un esfuerzo puede mirarle
la planta de los pies.
Son los pies del que ha atravesado descalzo
la gran salina.
Y que más quisiera Nilsen
que intentar el camino de la salvación
pero duda de que pueda hacerlo a pie
y con un solo pulmón.
59”, de Jorge Chiesa, en Nilsen (Ediciones Suárez, 2009)

y madre en la cocina
y padre en su trabajo
y la lluvia
tan nuestra
de la tierra húmeda
que todavía hoy
se me pega en la nariz
si la busco
nosotros dos tan juntos
un solo cuerpo de fuerza
para toda esa lluvia
“I”, de Nicolás Correa, en Virgencita de los muertos (Libros de Talita Dorada, 2012)

Uno de ORO.
La vergüenza en la mesa familiar.

Siempre hay algo turbio
licuado en la memoria,
un naipe y su nombre,
(gran moneda de oro,
única) “culo sucio, culo sucio”

Pero la voz de papá
(se divierte, cree que nos divierte)
            desintegra lo pequeño,
femenino, miradas con el primo,
y al fin la suave risita
forzada.
“XXVIII”, de Gloria Arcuschin, Partidas (de naipes y otros amuletos) (Ediciones del Dock, 2008)

A tientas se inventa cada día.
Las mañanas son incomprensibles sin tus ojos.
“Pelean las horas”, de Edith Meier, Agua y delirio (Meier, 2012)

Las voces de mis
amigos muertos,
apenas resuenan
en un pequeño bosque,
aturdidos,
por los autos de una autopsita.

Concierto de Navidad
tendrían que ser
esas voces.
Pero el ruido es
el concierto.
Porque la muerte
es ese ruido,
y también es
esa pantalla.
“Navidad Berlusconiana”, de Fernando Kofman, en Mi primer ratón (La Carta de Oliver, 2012)

por su enfermosa travesía doctrinal
            la tierra sigue siendo plana
            gira a la derecha del planeta marte
                                                           dios de la guerra
“Hierba mala”, de Juan Montenero, en Paz, sinfonía humana (De los Cuatro Vientos, 2010)

Tiemblan mis manos
ya no barajo naipes
ya la copa derramo.
Me enfrento en el espejo
y agitando la pena
expío el pecado, y nada...
Debo
huir del laberinto. Parto.
Atrás,
el umbral de mi tumba.
“A tiempo”, de María Gladys Curatte, en Existencia (El Vikingo, 2012)

Algunas veces,
cuando despierto
me aferro a la idea
de creer absurdamente
que algo me pertenece

después,
ya más neutral,
voy buscando por entre el día
el sueño abandonado.
19”, de Gonzalo Unamuno, Distancia que nadie ocupará (Ediciones del Dock, 2011)